Domingo.

Bruno Aguirre

23 ago 20201 Min. de lectura

Tengo momentos en donde mis pensamientos son como una nube grisácea encima de mi cabeza. Generalmente, pese a esa molestia, puedo andar sin ningún problema. Sin embargo, existen esos otros momentos en donde esos pensamientos toman la forma de una sutil y endeble llovizna que, para mi suerte, se deja caer por encima de mi cabeza y, aunque resulta ligeramente fastidiosa, puedo controlarla. En otras ocasiones, mis pensamientos no son más que una lluvia incesantemente duradera. Con mucha suerte y esfuerzo, logro detenerla, pero la mayoría de las veces, fracaso. En el peor de los casos, mis propios pensamientos me abaten la cabeza y me derrocan la razón como una torrencial y tempestuosa lluvia. Para entonces mis noches se vuelven imposibles

—Domingo.— Bruno Aguirre.